Despertar

   Sonó el teléfono y todo comenzó… reconocí perfectamente tu voz al levantar el auricular, me invitaste a caminar un rato mientras tu papá terminaba de trabajar. Sinceramente, no lo podía creer, tenía tanto tiempo deseando verte que contaba los minutos para que llegaras. Me pasaste buscando por mi casa, debo admitir que mi corazón nunca había latido tan fuerte, me sonrojaba de solo pensar que pudieras notar lo agitada que estaba ante tu presencia. Empezamos hablando de política, de religión y hasta de los pelícanos que se posaban en el muelle buscando algún tipo de alimento. Creo que esa es una de las cosas que me encantan de hablar contigo, tengo la libertad de desnudarme, y sentirme cómoda frente a ti.

   No se en que momento llegamos a la playa, honestamente venía perdida en tu sonrisa y en los ángulos de la barba que recorrían tu mentón. Estaba atardeciendo y las aves ya estaban emprendiendo vuelo para resguardase de la noche. Creo que el cielo confabuló a nuestro favor, puesto a que tal atardecer pondría receloso hasta al mismo Monet por no tenerlo entre sus oleos.

   Caminamos bordeando la bahía, al unísono de nuestros lentos pasos, contemplando el espectáculo que se nos había obsequiado y considerando la posibilidad de estar junto a ti tal como lo había esperado todos estos años, sin embargo, poder tenerte tan cerca y sentirte tan mío me hizo despertar y comprender que todo esto no era mas que un sueño del que no quisiera despertar. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Sin Palabras

Anhelos de lo Prohibido