Anhelos de lo Prohibido



                                                                    La Recepción

Como odio el sonido del despertador, su sonido es similar a la alarma de un auto en conjunto con el mas grande y ruidoso de los tambores, ¡es insoportable! y de paso un sábado ¡DIOS!
-¿Que hora es?-
-07:00 am es temprano, dormiré un poco más...
- ¡HOY ES LA BODA DE ANA!-
- SON LAS 11:00 AM! ¿en que momento paso tanto tiempo? ¡ARG! necesito ducharme, cambiarme e irme ¡LLEGARE TARDE!
De un respingo me pare de la cama y procedí a ducharme.
-¡el agua está demasiado fría!-
abrí toda la llave del agua, y me sorprendió el choque del agua helada contra mi cuerpo
-demasiado fría-
puedo sentir como mi piel se acostumbra la temperatura del agua, ¡que relajante es esto!
-debería apurarme-
termino de lavarme el cabello, y salgo de un brinco de la ducha
-he tardado mas de lo que esperaba-
bien, vamos a encender el secador, y veré que me pongo...
Con el secador de cabello a toda marcha voy sacando la ropa del closet para ver que me pongo.
-Uhm, ¿falda? ¡no! aunque se me acaba de ocurrir una idea...
-sonó el teléfono-
-Aló, ¿hablo con la Srta. Alejandra?
-si, soy yo, dígame-
-Buenas tardes, soy Mauricio, le hablo de parte de la Sra. de Figarella, me ha mandado a buscarla para llevarla al  restaurante Génova, en donde será el matrimonio; me encuentro en este momento en el parking de su residencia- dijo una voz jovial y alegre detrás del teléfono.
¿De Figarella? se ve que Ana está enamorada, aun no está casada por el civil y ya usa su apellido, cambiando de tema es muy lindo el gesto de mandarme a buscar, no se que haré sin ella ahora que se casará.
-¡Oh! vale Mauricio, ya estoy lista, voy bajando- respondí.
Recogí mi cartera del vestier y procedí a llamar al elevador mientras cerraba la puerta del departamento, abro la cartera para guardar mis llaves y siento que alguien me toma por el hombro de sorpresa.
-Alejandra-
-¡Mamá! respondí exaltada
- Alejandra hija,¿que pasa?- dijo ella con voz angustiada
-¡Mamá me asustaste!- respondí con una pequeña sonrisa
-¡Oh! ¡hija mía tenías que ser! siempre tan despistada y asustadiza- sonrió
Pude ver que ella cargaba algunos paquetes en sus manos que se veían algo pesados.
-¿Mamá te ayudo?- le pregunté
-No nena, está bien, ¿Para donde vas así de arreglada? ¿Donde es la fiesta?- respondió con voz burlona
-Hoy es la boda de Ana con Franco, ¿te recuerdas?- reviré los ojos sin que se diera cuenta, no entiendo como puede ser tan olvidadiza.
-Si nena, ya recuerdo, ¿como te irás hasta allá?- se puso seria
-Ana se encargó de eso, mando un chofer por mi, es más en este mismo momento me esta esperando en el estacionamiento- respondí
-Vete entonces nena, nos vemos en la noche, por favor no llegues tan tarde, sabes bien que me preocupo si no llegas- me miró fijamente.
-Sonó el timbre del elevador-
-Esta bien mamá, yo te llamo cualquier cosa- me despedí dándole un beso en la frente
-Cuídate nena, ¡Disfruta!- sonrió y entró al departamento mientras yo procedía a entrar al ascensor.
Mi mamá ronda los 50 y tantos, sin embargo, no aparenta su edad, en realidad aparenta menos, es de estatura mediana, delgada y de tez bronceada; pienso que si no estuviera casada con papá tendría muchos pretendientes.
Salí del ascensor y el chófer, Mauricio, estaba allí en la puerta esperando mi llegada, era un chico de mediana estatura algo regordete con apariencia joven, de unos 23 o 24 años de edad, tenía el cabello corto de un color negro azabache, estaba vestido con un traje negro y una corbata color naranja.
-Srta. Alejandra, déjeme abrirle la puerta- dijo Mauricio
-Gracias- respondí
Ana mandó a buscarme en una camioneta blanca BMW de un modelo que parecía ser actual, el entorno por dentro era muy espacioso con cómodos asientos de cuero color champagne con algunos detalles en dorado, los vidrios eran muy oscuros, casi negros, sin embargo por la claridad del día se podía ver perfectamente el paisaje urbano por donde estábamos recorriendo.
-Veo que ud. es muy allegada a la Srta. Ana- dijo él
-Si, ella es como mi hermana, aunque me sorprende este gesto de parte de ella, y mas el día de su boda- respondí
- La Srta. Ana recordó que ud. no poseía vehículo para llegar al restaurante, y me dijo para buscarla, de igual forma para llevarla de nuevo, cuando desee irse, por favor avíseme y con gusto la llevaré a su departamento- dijo él
-Muchas gracias Mauricio, yo te avisaré entonces- respondí
Que tan ostentosa podría ser la boda para mandar a Mauricio en esta camioneta a buscarme, ¡Ana debió volverse loca! si, definitivamente, aunque creo que con esto estará segura que iré a la recepción, ella sabía que no estaba muy de acuerdo en ir sola a un lugar en donde conozco muy poca gente, y en realidad muy poco conozco a Franco, sin embargo, jamás faltaría a un día tan especial para ella, por lo menos Mauricio se ha puesto a la orden para llevarme de regreso cuando lo desee.

-Srta. Alejandra ya estamos llegado- dijo Mauricio con voz alegre.

Salimos de la avenida y nos adentramos por un portal estilo romano muy alto, en donde en letras muy grandes doradas decía ¨Génova¨ conjunto a cinco estrellas respectivamente doradas en la parte inferior del nombre del lugar.
Seguimos recorriendo un camino largo, que nos conducía al salón de eventos, estaba rodeado de altos palmares por ambos lados de la vía; todo el terreno estaba cubierto de una extensa y verde grama que jugaba con el contraste multicolor de las flores. La escena de este lugar parecía sacada de una escena de cine, y mientras más íbamos adentrando al lugar, más hermoso resultaba ser.
Mauricio siguió recorriendo y nos conseguimos con una esplendida y colosal fuente de agua que servía de rotonda en la vía hacia el salón, en donde en la parte inferior de la fuente había un conjunto de hermosas margaritas amarillas y azules que la rodeaban.
Desde allí se podía distinguir a lo lejos, la intimidante entrada del salón de eventos principal, con fastuosas cascadas de agua que salían de los muros de piedras que rodeaban el complejo y hermosas esculturas y bustos al mejor estilo italiano. Mauricio siguió conduciendo hasta la entrada de aquello que hacían llamar salón de eventos, en mi opinión lo único semejante a tal edificación era tal vez algún palacio monárquico en Europa.

-Ya llegamos Srta. Alejandra- dijo Mauricio

La edificación se basaba en una antigua mansión de dos plantas inspirada en la grandeza de la arquitectura greco-romana, se podía apreciar desde el auto la hermosa terraza cubierta de coloridas flores y arbustos que hacían juego con los pequeños balcones que también estaban vestidos con estas mismas coloridas flores. La entrada a la casona estaba recubierta de una hermosa alfombra color champagne que recubría el pasillo y subía por las escaleras de mármol hasta la puerta de cristal que daba a la sala de la vivienda, en este caso el salón de fiestas.
Habían algunos invitados en la entrada, pero nadie que me resultara familiar, delante de nuestro auto hay otra camioneta color negro del cual se bajaba una pareja, el chico era alto,algo fornido, con un cabello corto color castaño cobrizo, su tez de piel era un blanco algo bronceado, vestía un traje negro con camisa blanca debajo y un corbata azul oscura que le hacía juego con su traje, aparentaba máximo unos 32 años, la mujer de tez morena y vestido rojo que bajaba del auto junto a él se veía algo menor, era una de esas parejas que poseen personalidades totalmente distintas.
El auto de adelante se retiró y el valet procedió a abrirme la puerta.

-Bienvenida a Génova, esperamos que disfrute su estadía con nosotros- dijo el valet
-Gracias- respondí

Caminé por el pasillo y pude observar a un grupo de caballeros cuchicheando entre ellos y mirándome de reojo; estaban ubicados al lado de la puerta de cristal, sonrojada procedí a mirar al frente sin hacer contacto visual con ninguno de ellos, esto de que me miren de reojo jamás me ha gustado. Prosigo a subir las escaleras y ya llegando a los últimos escalones de pronto siento que uno de aquellos chicos de la esquina se me acerca, es un joven alto, de tez blanca, delgado y con rasgos de descendencia italiana.

-¿Te ayudo?- dijo él
-Gracias, estoy bien- respondí

El retrocede y con sus manos hace como si se fuera a quitar alguna especie de sombrero imaginario y me saluda, yo solo me sonrojo y le dedico una extensa sonrisa amable y con algo de pena después de semejante gesto, prosigo a entrar al gran salón.
La estructura seguía el patrón de arquitectura greco-romana de todo el complejo que comprendía Génova, con gigantes columnas y ventanales hermosos que revestían la sala. La decoración de las mesas se basaba en manteles blancos con detalles en color dorado, y en el centro un arreglo grande entre rosas color champagne y tallos altos y delgados de cerezo japones que recubrían los jarrones altos trasparentes rellenos de conchas de mar blancas.
-Una boda demasiado fastuosa para ser por el civil- dije para mis adentros
Caminé bordeando las mesas en busca de alguien conocido, tal vez Ana había invitado a alguien que hubiera estudiado con nosotras y estaría por allí en la misma situación que yo, pero entre tanta gente no pude reconocer a nadie.
-¡Eh Alejandra!- era una voz masculina
-Llegó nuestra madrina de bodas- reconocí de inmediato la voz de Ana y Franco que estaban detrás de mi
-¡Ana! ¡Franco! ¡Felicidades!- los abracé fuerte.
-¡Oh Ana! gracias por mandar a Mauricio a buscarme- proseguí -No te hubieras molestado-
-Ale tranquila, solo quería verte acá- respondió sonriendo
-Ven Alejandra para presentarte a unos amigos- dijo Franco sonriendo
Franco me tomó de la mano y nos dirigimos a una de las mesas más próximas a la de ellos, era una mesa de seis, sin embargo solo estaban tres personas en la mesa,dos hombres y una mujer; al único que pude reconocer fue a aquel chico bronceado de corbata azul oscura que había entrado al salón antes de mi, pero la morena de traje rojo que iba con el, no se veía por ningún lado.
-Bueno muchachos, les presento a Alejandra, ella es la mejor amiga de Ana- me presentó a todos con una sonrisa entre labios
- Ella es mi hermana Isabella- Señalo a una mujer de tez bastante pálida con mejillas sonrojadas y cabellera negra, aparentaba ser la hermana mayor de Franco por unos cuantos años, sin embargo se le veía bastante juvenil para sus 40 y tantos que le podía calcular.
-y el es su esposo Vladimir- era el hombre que estaba a su lado, es de cabello rapado de tez morena y algo robusto y contemporáneo con Isabella.
-¡Hola! ¡mucho gusto!- sonreí
-Y el último pero no menos importante, él es mi mejor amigo y hermano Stefanno- era el mismo chico que había visto al llegar.
-¡Al fin conozco a la famosa madrina!- exclamó Stefanno
-Hola Alejandra, ¡un placer!- su voz es profunda y seductora con esa sonrisa picara.
-Hola Stefanno, igualmente- respondí sonrojada
-Bueno los dejo, debo ir a buscar a mi prometida, ¡Diviértanse!- exclamó Franco
Ahora que lo tenía cerca, ese chico de la entrada, Stefanno, era mucho mas atractivo de lo que pude ver en el lobby, alto, fornido, de cabellos castaños y tez algo bronceada con unos ojos azules intimidantes, demasiado intimidantes.
-Eres mucho mas preciosa de lo que me relataba Ana- la mano de Stefanno rozó la mía y pude sentir como si su roce en mi piel despertara todos mis sentidos.
-Gracias- respondí sonrojada
-¿Deseas un poco de vino?
-Si, tinto por favor
Stefanno me miraba fijamente con esos ojos azules intimidantes mientras servía en mi copa un poco de vino, era como si como con su mirada me desnudara lentamente.
-¿Te sonrojas muy a menudo o debo sentirme halagado?
-No estoy sonrojada, son las luces del local- tomo apresuradamente un trago de vino, que respuesta tan absurda acabo de dar
-¿Las luces? uhm, interesante respuesta Srta. Alejandra- pude ver como se le dibujaba una sonrisa picara en su rostro
Tomo otro trago de vino, no entiendo como este hombre de la nada puede atraerme tanto y a su vez intimidarme de la misma manera. Tomo el móvil para evitar el contacto visual.
-¿Cuéntame Alejandra, a que te dedicas?-
-Estoy empezando un post-grado en Estudios Internacionales, y trabajo a medio tiempo con Ana en la parte de contabilidad de la compañía-
-Bastante impresionante para una chica de tu edad- murmuró entre risas
-Disculpe ud. señor-  le reviré los ojos
-¿Me estas llamando viejo?-
-Pensé que estaba implícito en la palabra señor- sonreí
-¿Cuantos años tienes? ¿21?- sonrío para sus adentros
-A las mujeres no se les pregunta la edad, deberías saberlo-  reviré los ojos en modo de desaprobación, y me moje los labios para posteriormente mirarlo fijamente -Pero no, no tengo 21-
-¿Tendré que adivinar?-
-No se, si deseas adivinar, puedes hacerlo- sonreí mordiendo suavemente mi labio inferior
-¿23? ¿estoy en lo correcto?- lo dijo con una pequeña sonrisa entre dientes
-Haz acertado en el segundo intento, bastante ingenioso para alguien de tu edad- dije en voz burlona
-¿Tan viejo me veo?- ahora si se notaba pensativo
- 32 ¿cierto?- ¿Viejo? dije para mis adentros, ¡Nada que ver!
-Eres muy observadora-
-Se podría decir- tome otro poco de ese delicioso vino, mientras el no me quitaba sus hermosos ojos azules de encima.
-Deberías dejar de morderte los labios, es peligroso que lo hagas-
¿Peligroso? pero si no estaba mordiendome los labios, ¿o si? De pronto, suavemente tomó mi mano y la beso. Mis mejillas están demasiado calientes, siento que queman, pero es una sensación que me encanta. ¡Dios! ¿De donde salió este hombre?.
-Vamos a buscar a Ana y Franco, ya empezará la ceremonia y somos los testigos- dijo Isabella
Había olvidado que la hermana de Franco y su esposo estaban en la mesa.
-Si,vamos- me levante rápidamente de la mesa y me dirigí al fondo del salón en donde estaba el Juez organizando las actas.

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